Con las dudas de seguir con vida un día más si no encuentro agua desaparecen todas las demás y se hace claro como funciona la ilusión a diario.
Aquí lo indescriptible define los paisajes y mi pluma no encuentra las palabras que los abarquen, que los atrapen en una eternidad sin tiempo.
Hay algo de paradoja en este desierto, que cambia, se mueve, se transforma y es eterno en su presente y su presencia. Hay algo de metáfora en el, que es como la consciencia despierta que habita en un presente continuo que eterniza el segundo y a la vez lo renueva sin cesar.
Paisajes eternos mientras duran…Casi con culpa los guardo en mi memoria y me justifico de incapaz por no poder plasmar estas imágenes. Es raro ver eternidades cambiando de a segundos.
Miro a mí alrededor y veo… Solo la belleza y el silencio de este lugar son más grandes que mi cansancio y me arrebatan de toda la miseria.
Veo en mí la finitud, lo pequeño, lo fragmentado, lo polar y descubro tembloroso que es solo un reflejo de la pequeña mente que aquí no encuentra espejo. Descubro, que no hay reflejo que me devuelva la mirada y se me hace evidente haberme vaciado más no ser vacío.
Ahora la luna es una promesa y las primeras estrellas se insinúan a despecho del sol que parece tener tanta certeza, yo no la tengo.
Un viento arrachado me castiga la piel con granos de arena que se sienten helados, pronto el frío y la oscuridad no me dejarán escribir, la luz se va y ya no importa…Si mañana muriese aquí y me blanquearan los huesos las arenas ya no siento duda ni temor alguno, la duda y el temor que supe tener eran la ausencia de dios en mi corazón
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