En los
tiempos modernos las cosas han cambiado un poco. Tengo un amigo que sobrevivió
a un accidente aéreo, otro cuyo elevador se descompuso cayendo desde un décimo
piso y sobrevivió y una amiga que fue declarada muerta durante el parto pero
luego regresó. Todos ellos en la actualidad en alguna medida realizan
actividades relacionadas con la ayuda y la orientación a los demás.
El lugar
común de todos estos procesos y de todas estas personas es la muerte.
La muerte
no es solo un hoyo negro al final del camino en el que caeremos todos algún
día. La cercanía a la muerte también puede ser la motivación para un gran
cambio.
¿Qué tipo
de poder esconde la muerte para generar verdaderas y radicales transformaciones?
No creo que sea solo el simple miedo, creo que hay algo mucho más poderoso.
En lo
personal he observado que toda experiencia de vida que nos aproxima a la muerte
–sea a la propia como a la de alguien cercano- nos dota de una claridad
inconfundible cuyo sabor es inolvidable. De alguna forma entramos en un estado
expandido de conciencia al que muy pocos son capaces de sustraerse.
Nuestra conciencia se vuelve a sintonizar con
el orden natural de las cosas y el pequeño y cotidiano caos de nuestra mente
queda suspendido hasta nuevo aviso.
De hecho ya
se conocen estudios que dicen que en el momento previo a la muerte nuestro
cerebro produce una cantidad inusual de DMT y por experiencia se que esta
también se transmite vibracionalmente. Por lo que basta estar cerca de un
moribundo o de un difunto para entrar en otro estado de conciencia.
Sin embargo
la muerte iniciática significa para la mayoría algo menos que una alegoría
esotérica sin saber que inconscientemente es el pan de cada día.
Solo los
que tuvieron la “dicha” de experimentarla saben que no tiene nada de alegórico.
Si miramos
bien de cerca las coincidencias entre una muerte y la otra, son completas.
Encontraremos que lo único que las diferencia es que en la muerte iniciática lo
que no muere es el cuerpo físico, y si lo seguimos mirando bien, que le puede
importar a un muerto su cuerpo físico.
No obstante
creo que hasta ahora no hemos podido sino abordar el tema desde la perspectiva
más clásica, la que ve a la muerte como un final. Pues nada más fragmentado y
parcial porque todo final es siempre un nuevo comienzo, un comienzo no sabemos
exactamente de qué, pero un nuevo comienzo. Y prefiero dejarlo ahí para
declararme amante del gran misterio y persona que evita en lo posible cualquier
especulación.
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