Detrás del engorroso racimo de emociones tumultuosas existe el espacio del alma, un lugar virgen, un paraíso que ejerce su llamada incesante.
No podemos percibir ese lugar porque nos quedamos sin aliento al correr detrás de las emociones.
A veces cambiamos el Edén por una situación en la cual nos sentimos bien y todo va de maravillas.
Pero ese no es el paraíso. Estamos simplemente distraídos y momentáneamente satisfechos, sin ganas de movernos, en una especie de limbo inmóvil.
Pero el alma vive su propia vida y continúa hablándonos. Depende de nosotros saberla escuchar.
A veces preferimos no escucharla y seguir distraídos. Y cuando las cosas van mal, el alma sigue estando ahí para enseñarnos qué hacer.
Es en esos momentos, cuando todo parece derrumbarse, que podemos y debemos volver a Ella.
Volver a Ella significa poder escucharla... Quizás con el tiempo hemos perdido esta capacidad; la penetrante intuición, la agudeza necesaria, la fuerza.
Perdimos la propia orientación y vagamos por ahí sin saber qué hacer.
Qué hacer?
Tenemos que volver la mirada hacia nosotros y vernos como seres completos.
La pareja alquímica, el sol y la luna, están dentro nuestro, y la alquimia radica en su continua transformación hacia un mayor reconocimiento del alma, del Sí mismo.
Y sobre todo cuando hay heridas que sanar, el alma, es el alma la que envía sus mensajes de sanación, a la espera de que seamos capaces de escucharla y de limpiar la herida.
Como hablar con ella?
Sólo rezarle y re orientarnos hacia ella con devoción .Basta decirle, "Enséñame" y escucharla en silencio
Podemos darle mil rostros y mil nombres. Ella siempre es el que nos otorga la fuerza.
Se la ha representado de mil maneras desde toda existencia. Ella es la Madre, la Creadora, la Diosa. Y está presente en nosotros. No hay tarea más importante en la vida que la de reunirnos con ella y escuchar su voz.
Enséñame...
Y ella te hablará a través de los sueños, la meditación, la intuición repentina o cualquier actividad creativa que sentimos de realizar.
Enséñame...
Y , si somos capaces simplemente de escuchar sus palabras, seremos fuertes y enteros.
Habremos localizado nuestro propio lugar, el Edén en donde se expresa la totalidad, en donde luz y oscuridad, masculino y femenino se encuentran en perfecto equilibrio.
Es el lugar del perdón y de la paz, en el cual las heridas se sanan a través del diálogo con nosotros mismos.
“Sal al bosque, sal. Si no sales al bosque nada te sucederá y tu vida no empezará jamás”.
Clarissa P.Estés
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