El eje del trabajo clínico es la comprensión del proceso evolutivo de la Conciencia.

El espíritu podrá volar hasta el cielo, pero el alma,

ella tiene que ir a sus profundidades, al fondo de sí misma.

Rhoda Lerman


Como abordaje holístico (integral) del Ser centra su tarea en el estudio, investigación y trabajo con la Conciencia en sus distintos niveles de manifestación.

Así entonces crea un contexto para favorecer el ingreso a estados no ordinarios de conciencia (aquellos diferentes del habitual).

El proceso de trabajo compromete todos los niveles de la persona: físico, emocional, mental y espiritual.

Aprender a moverse hacia nuevos territorios es acceder a una mayor comprensión sobre la verdadera naturaleza de quienes somos.

La activación del proceso de auto-conocimiento origina la condición necesaria para la exploración de las regiones interiores todavía inexploradas.

Estas zonas temidas desde el mismo desconocimiento son portadoras de una potente energía que espera con prontitud ser liberada a favor del crecimiento y la evolución.

lunes, 27 de abril de 2015

Stanislav Grof II Parte

  He extraído y traducido este pequeño texto del ùltimo libro de Stan Grof ·"Sanando las heridas más profundas" (titulo en italiano) para acercarles un material que no ha sido editado en Argentina.

Según Michael Harner, la psiquiatría y la psicología occidentales también muestran un fuerte sesgo cognicentrico, otra forma de decir que en sus especulaciones teóricas sólo tienen en cuenta las experiencias y observaciones relativas a los estados ordinarios de conciencia, mientras que rehúyen sistemáticamente o malinterpretan los datos provenientes de la investigación de estados no ordinarios, como los fenómenos observados en la terapia psicodélica, en poderosas psicoterapias experienciales, en el trabajo con las personas en situaciones de emergencia espiritual, en la investigación sobre la meditación, en los estudios antropológicos en campo o en la tanatología.

 Debido a su incompatibilidad fundamental con el paradigma dominante, los datos subversivos que provienen de estos campos de investigación han sido sistemáticamente ignorados o mal evaluados.

En el apartado anterior he hecho referencia al término "estados no ordinarios de conciencia." Antes de proceder en esta discusión, me parece apropiada  una aclaración semántica.
 Este término es utilizado principalmente por los investigadores que estudian estos estados y reconocen su valor. Los psiquiatras oficiales prefieren el término "estados de  alteración", lo que refleja la creencia que sólo el estado de conciencia de la vida cotidiana representa la normalidad, mientras que todos aquellos que se apartan de ella, sin excepción, no son más que distorsiones patológicas de la correcta percepción de la realidad, por lo que carecen de cualquier potencial positivo. Sin embargo, incluso el término "no corriente" es demasiado amplio para el propósito de nuestra discusión.

La psicología transpersonal, de hecho, se dirige a un subconjunto significativo de estos estados, caracterizado por un potencial heurístico, terapéutico, transformativo, e incluso evolutivo. Este subgrupo incluye las experiencias de los chamanes y la de aquellos asistidos, las de los iniciados en los ritos de pasaje de los nativos americanos o de los antiguos misterios de muerte y  renacimiento, aquellas de los trabajadores espirituales y las de los místicos de todas las épocas, así como las crisis psico-espirituales de los individuos en "emergencia espiritual".

Al principio de mi investigación, descubrí con gran sorpresa que la psiquiatría convencional no tenía un nombre para este importante tipo de estados no ordinarios de conciencia, y por lo tanto lo resolvió usando el término "estados alterados".

 Sentí fuertemente que, por el contrario, merecían distinguirse  de los otros, y ser colocados en una categoría específica, acuñé entonces el término holotrópico (Grof, 1992), que literalmente significa "orientado hacia la totalidad" o "moverse en la dirección de la integridad" (del griego holos = entero y Restrepo, trepein = moverse hacia o en la dirección de algo), sugiriendo que, en el estado de conciencia de la vida de cada día, nos identificamos sólo con una pequeña parte de lo que realmente somos.

 En los estados holotrópicos de conciencia, sin embargo, podemos trascender los estrechos límites del ego corporal e ir al encuentro de un amplio espectro de experiencias transpersonales que nos ayudan a reclamar nuestra identidad completa. He descrito en otra parte las características fundamentales de los estados holotrópicos y sus diferencias con respecto a las condiciones que merecen ser definidas como "estados alterados de conciencia." Desde hace tiempo utilizo este término, y estoy contento de afirmar que su popularidad va en aumento.

Reconociendo la verdadera naturaleza de las experiencias transpersonales, y su valor, la psicología transpersonal ha hecho un progreso significativo en la corrección de los prejuicios etnocéntricos y cognicentricos de la psiquiatría y la psicología convencional.

A la luz de los modernos  estudios sobre la conciencia, la actual denigración  y patologización  irrespetuosa  de la espiritualidad que caracteriza el monismo materialista es insostenible. En los estados holotrópicos, las dimensiones espirituales de la realidad pueden ser experimentadas directamente en modo igualmente plausible como nuestra experiencia cotidiana del mundo material, si no más. Un estudio cuidadoso de los fenómenos transpersonales muestra que no sólo no pueden explicarse como el producto de procesos patológicos del cerebro, sino que son ontológicamente reales.

Para distinguir las experiencias transpersonales de los productos de la fantasía individual, los psicoanalistas junguianos hablan de dimensiones  imaginarias. El erudito filósofo y místico francés Henri Corbin, quien primero utilizó la expresión “mundus imaginalis”, se había inspirado en el estudio de la literatura mística islámica. Los teósofos islámicos llaman al mundo imaginario, donde todo lo que existe en el mundo sensible tiene su contrapartida, "alam a mithal" u "octavo clima" para distinguirlo de los "siete climas", es decir,las  zonas en las que dividen los geógrafos islámicos tradicionales al 'hemisferio norte. 

El territorio imaginario tiene amplitud y dimensiones, formas y colores, pero no son percibidos por nuestros sentidos de la misma forma en que los percibimos cuando son propiedades de los objetos físicos.
Sin embargo, esta dimensión es, en todos los demás aspectos, ontológicamente real y susceptible de ser consensualmente validada por otros, al igual que el mundo material percibido normalmente  a través de los sentidos.


 Tratto da : “Guarire le ferite più profonde” 
Dr. Stanislav Grof
Traducción del italiano

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