He extraído y traducido este pequeño texto del ùltimo libro de Stan Grof ·"Sanando las heridas más profundas" (titulo en italiano) para acercarles un material que no ha sido editado en Argentina.
Según Michael Harner, la psiquiatría y la psicología occidentales
también muestran un fuerte sesgo cognicentrico, otra forma de decir que en sus
especulaciones teóricas sólo tienen en cuenta las experiencias y observaciones
relativas a los estados ordinarios de conciencia, mientras que rehúyen sistemáticamente
o malinterpretan los datos provenientes de la investigación de estados no
ordinarios, como los fenómenos observados en la terapia psicodélica, en
poderosas psicoterapias experienciales, en el trabajo con las personas en
situaciones de emergencia espiritual, en la investigación sobre la meditación,
en los estudios antropológicos en campo o en la tanatología.
Debido a su incompatibilidad
fundamental con el paradigma dominante, los datos subversivos que provienen de
estos campos de investigación han sido sistemáticamente ignorados o mal
evaluados.
En el apartado anterior he hecho referencia al término
"estados no ordinarios de conciencia." Antes de proceder en esta
discusión, me parece apropiada una
aclaración semántica.
Este término es utilizado principalmente por los
investigadores que estudian estos estados y reconocen su valor. Los psiquiatras
oficiales prefieren el término "estados de
alteración", lo que refleja la creencia que sólo el estado de
conciencia de la vida cotidiana representa la normalidad, mientras que todos
aquellos que se apartan de ella, sin excepción, no son más que distorsiones
patológicas de la correcta percepción de la realidad, por lo que carecen de
cualquier potencial positivo. Sin embargo, incluso el término "no
corriente" es demasiado amplio para el propósito de nuestra discusión.
La psicología transpersonal, de hecho, se dirige a un subconjunto
significativo de estos estados, caracterizado por un potencial heurístico,
terapéutico, transformativo, e incluso evolutivo. Este subgrupo incluye las
experiencias de los chamanes y la de aquellos asistidos, las de los iniciados
en los ritos de pasaje de los nativos americanos o de los antiguos misterios de
muerte y renacimiento, aquellas de los
trabajadores espirituales y las de los místicos de todas las épocas, así como
las crisis psico-espirituales de los individuos en "emergencia espiritual".
Al principio de mi investigación, descubrí con gran sorpresa que la
psiquiatría convencional no tenía un nombre para este importante tipo de
estados no ordinarios de conciencia, y por lo tanto lo resolvió usando el término
"estados alterados".
Sentí fuertemente que, por el contrario, merecían
distinguirse de los otros, y ser
colocados en una categoría específica, acuñé entonces el término holotrópico
(Grof, 1992), que literalmente significa "orientado hacia la
totalidad" o "moverse en la dirección de la integridad" (del
griego holos = entero y Restrepo, trepein = moverse hacia o en la dirección de
algo), sugiriendo que, en el estado de conciencia de la vida de cada día, nos
identificamos sólo con una pequeña parte de lo que realmente somos.
En los estados holotrópicos
de conciencia, sin embargo, podemos trascender los estrechos límites del ego
corporal e ir al encuentro de un amplio espectro de experiencias transpersonales
que nos ayudan a reclamar nuestra identidad completa. He descrito en otra parte
las características fundamentales de los estados holotrópicos y sus diferencias
con respecto a las condiciones que merecen ser definidas como "estados
alterados de conciencia." Desde hace tiempo utilizo este término, y estoy
contento de afirmar que su popularidad va en aumento.
Reconociendo la verdadera naturaleza de las experiencias
transpersonales, y su valor, la psicología transpersonal ha hecho un progreso
significativo en la corrección de los prejuicios etnocéntricos y cognicentricos
de la psiquiatría y la psicología convencional.
A la luz de los modernos estudios sobre la conciencia, la actual
denigración y patologización irrespetuosa de la espiritualidad que caracteriza el
monismo materialista es insostenible. En los estados holotrópicos, las
dimensiones espirituales de la realidad pueden ser experimentadas directamente
en modo igualmente plausible como nuestra experiencia cotidiana del mundo
material, si no más. Un estudio cuidadoso de los fenómenos transpersonales
muestra que no sólo no pueden explicarse como el producto de procesos
patológicos del cerebro, sino que son ontológicamente reales.
Para distinguir las experiencias transpersonales de los productos
de la fantasía individual, los psicoanalistas junguianos hablan de dimensiones imaginarias. El erudito filósofo y místico
francés Henri Corbin, quien primero utilizó la expresión “mundus imaginalis”,
se había inspirado en el estudio de la literatura mística islámica. Los
teósofos islámicos llaman al mundo imaginario, donde todo lo que existe en el
mundo sensible tiene su contrapartida, "alam a mithal" u "octavo
clima" para distinguirlo de los "siete climas", es decir,las zonas en las que dividen los geógrafos
islámicos tradicionales al 'hemisferio norte.
El territorio imaginario tiene
amplitud y dimensiones, formas y colores, pero no son percibidos por nuestros
sentidos de la misma forma en que los percibimos cuando son propiedades de los
objetos físicos.
Sin embargo, esta dimensión es, en todos los demás aspectos,
ontológicamente real y susceptible de ser consensualmente validada por otros,
al igual que el mundo material percibido normalmente a través de los sentidos.
Tratto da : “Guarire le ferite più profonde”
Dr. Stanislav Grof
Traducción del italiano
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