El eje del trabajo clínico es la comprensión del proceso evolutivo de la Conciencia.

El espíritu podrá volar hasta el cielo, pero el alma,

ella tiene que ir a sus profundidades, al fondo de sí misma.

Rhoda Lerman


Como abordaje holístico (integral) del Ser centra su tarea en el estudio, investigación y trabajo con la Conciencia en sus distintos niveles de manifestación.

Así entonces crea un contexto para favorecer el ingreso a estados no ordinarios de conciencia (aquellos diferentes del habitual).

El proceso de trabajo compromete todos los niveles de la persona: físico, emocional, mental y espiritual.

Aprender a moverse hacia nuevos territorios es acceder a una mayor comprensión sobre la verdadera naturaleza de quienes somos.

La activación del proceso de auto-conocimiento origina la condición necesaria para la exploración de las regiones interiores todavía inexploradas.

Estas zonas temidas desde el mismo desconocimiento son portadoras de una potente energía que espera con prontitud ser liberada a favor del crecimiento y la evolución.

jueves, 6 de abril de 2017

La conciencia sin fronteras. Ken Wilber



Por mediación de sucesivas demarcaciones se va formando el espectro de la conciencia. Cada vez que se traza un nuevo límite, la sensación que la persona tiene de sí misma se reduce, se encoge, se vuelve menos espaciosa, más estrecha y restringida. Primero el medio, después el cuerpo, más tarde la sombra, se revelan como "lo que no soy", "lo que existe ahí fuera", como objetos extraños y ajenos, más aún, como objetos enemigos, ya que cada línea demarcatoria es un frente de batalla.
Pero todos esos "objetos de ahí fuera" no son más que proyecciones del propio ser de la persona, y todos ellos pueden ser redescubiertos como aspectos del propio ser.
Cada descubrimiento, aunque sea a veces doloroso, es finalmente jubiloso, porque el descubrimiento de que un objeto de ahí fuera es, en realidad, un aspecto de nuestro propio ser convierte a los enemigos en amigos, las guerras en danzas, las batallas en juegos. La sombra, el cuerpo y el medio han llegado a formar parte de nuestro inconsciente, consecuencia de nuestros sueños fantásticos en un mundo de mapas y demarcaciones, herencia de Adán a sus hijos e hijas adormilados. Levantemos, pues, las demarcaciones y límites para poder tocar de nuevo nuestra sombra, nuestro cuerpo y nuestro mundo, con pleno conocimiento de que todo lo que tocamos es, en el fondo, el rostro original de nuestro propio ser verdadero.

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