El eje del trabajo clínico es la comprensión del proceso evolutivo de la Conciencia.

El espíritu podrá volar hasta el cielo, pero el alma,

ella tiene que ir a sus profundidades, al fondo de sí misma.

Rhoda Lerman


Como abordaje holístico (integral) del Ser centra su tarea en el estudio, investigación y trabajo con la Conciencia en sus distintos niveles de manifestación.

Así entonces crea un contexto para favorecer el ingreso a estados no ordinarios de conciencia (aquellos diferentes del habitual).

El proceso de trabajo compromete todos los niveles de la persona: físico, emocional, mental y espiritual.

Aprender a moverse hacia nuevos territorios es acceder a una mayor comprensión sobre la verdadera naturaleza de quienes somos.

La activación del proceso de auto-conocimiento origina la condición necesaria para la exploración de las regiones interiores todavía inexploradas.

Estas zonas temidas desde el mismo desconocimiento son portadoras de una potente energía que espera con prontitud ser liberada a favor del crecimiento y la evolución.

jueves, 30 de enero de 2014

El Puer Aeternus (niño eterno) por Marie-Louise Von Franz

Puer Aeternus es el nombre de un dios de la antigüedad. Estas palabras proceden de las Metamorfosis de Ovidio y allí se aplican al niño dios de los misterios eleusinos.

Ovidio habla del niño dios Iacchus,llamándole puer aeternus y alabando su papel en aquellos misterios. En épocas posteriores, el niño dios fue identificado con Dionisos y con el dios Eros. Es el jóven divino que nace de noche en este típico misterio del culto materno de Eleusis, y es un personaje redentor. Es un dios de la vida, la muerte y la resurrección –el dios de la divina juventud, correspondiente a dioses orientales como Tammuz, Attis y Adonis.


 Así, el rótulo puer aeternus significa"joven eterno", pero también lo empleamos para designar cierto tipo de hombre jóven que tiene un destacado complejo materno y por tanto una serie de comportamientos característicos, que intentaré describir seguidamente.


En general, el hombre que se identifica con el arquetipo del puer aeternus permanece demasiado tiempo en la psicología adolescente; es decir, todas las características que son normales en un jóven de dieciséis o diecisiete años se prolongan en la vida posterior, acompañadas en muchos casos de una dependencia excesiva de la madre.


Las dos resultantes típicas de un hombre con un destacado complejo materno son, como señala Jung, la homosexualidad y el donjuanismo.


 En éste último caso, o la imagen de la madre –la imagen de una mujer perfecta que le dará todo al hombre y que carece del menor defecto- se busca en cada mujer.

 Él busca a una diosa madre, de modo que siempre que se ve fascinado por una mujer acaba luego descubriendo que se trata de un simple ser humano. Tras haberla conocido sexualmente todo el encanto se desvanece, y él se va decepcionado para seguir proyectando de nuevo la imagen sobre una mujer tras otra. Anhela eternamente la mujer maternal que le rodeará con sus brazos y satisfará todas sus necesidades. Ello a menudo va acompañado de la actitud romántica del adolescente.

Generalmente experimenta grandes dificultades para adaptarse a la situación social.

En algunos casos hay una especie de individualismo asocial: siendo alguien especial, uno no tiene por qué adaptarse,pues eso sería imposible para un genio así, etc.

Además, surge una actitud arrogante hacia otras personas, debido tanto a un complejo de inferioridad como a falsos sentimientos de superioridad. 

Tales personas suelen tener grandes dificultades para encontrar el tipo adecuado de trabajo, pues todo lo que encuentran nunca acaba de ser adecuado o no es exactamente lo que andaban buscando. Siempre hay "un pelo en la sopa".

 La mujer nunca es la mujer adecuada; es agradable como compañera, pero... Siempre hay un "pero" que impide el matrimonio o cualquier otro tipo de compromiso.


Todo ello conduce a una forma de neurosis que H.G. Baynes ha descrito como "vida provisional"; es decir, la extraña actitud y sensación de que la mujer todavía no es lo que uno quiere, existiendo siempre la fantasía de que en algún momento futuro llegará lo que se busca. 


Si esta actitud se prolonga, implica un constante rechazo interior a comprometerse con el momento presente.


 A menudo esta neurosis va acompañada, en mayor o menor grado, de un complejo de salvador o mesías, con el pensamiento secreto de que algún día uno será capaz de salvar al mundo, de que hallará la última palabra en filosofía, religión, política, arte o cualquier otro campo. Esto puede llevar a una típica megalomanía patológica; o puede haber trazas de ella en la idea de que el momento de uno "todavía no ha llegado". 


La situación que este tipo de persona siempre teme es el estar atado a algo. 
Hay un miedo terrorífico de estar atrapado, de entrar completamente en el espacio y el tiempo y ser el ser humano concreto que uno es. Siempre hay miedo de verse en una situación de la que podría ser imposible escapar. 

Toda situación así es un infierno. Al mismo tiempo, hay algo altamente simbólico –una fascinación por deportes peligrosos, especialmente el vuelo y el alpinismo- dirigido a alcanzar lo más alto posible; ello simboliza el escapar de la madre:de la tierra, de la vida ordinaria.


 Cuando el complejo está muy pronunciado, muchos de estos hombres mueren a temprana edad en accidentes de aviación o de escalada. Lo que se expresa de este modo es un anhelo espiritual exteriorizado.

Una representación dramática de lo que el vuelo significa realmente para el puer la encontramos en un poema de JohnMagee.
 Poco después de haber escrito el poema, Magee murió en un accidente aéreo:

Altos vuelos

¡Oh! Me he escabullido de las hoscas ataduras de la Tierra
y he danzado en los cielos con alas aureoladas de risas;
he trepado hasta el sol, y me he unido al agitado regocijo
de las nubes que el sol separa – y he hecho cien cosas
que nunca soñaste -, revoloteando y remontando y bamboleando
allí en el alto silencio que el sol ilumina.Cernido ahí,
he cazado el viento clamoroso, y he lanzado
mi impaciente nave por los caprichosos palacios del aire...
Arriba, arriba en el alto, delirante,ardiente azul
he coronado grácilmente las alturas barridas por el viento
donde nunca voló una alondra, ni tan siguiera un águila.
Y, cuando con mente silenciosa y elevada, he hollado
la alta e inmaculada santidad del espacio,
he sacado la mano y tocado el rostro de Dios."

A los pueri no les suelen gustar los deportes que exigen paciencia o un largo aprendizaje, ya que el puer aeternus –en el sentido negativo del término- suele ser de naturaleza muy impaciente. 


Conozco a un joven, un ejemplo clásico de puer aeternus, que practicó montañismo durante períodos tremendamente largos, pero odiaba tanto cargar con una mochila que prefería entrenarse para ser capaz de dormir a la intemperie incluso bajo la lluvia o la nieve.

 Hacía un agujero en la nieve, se encerraba en un impermeable y, con una especie de respiración yóguica, era capaz de dormir a la intemperie.

También aprendió a ir prácticamente sin comida, simplemente para no tener que cargar peso. Anduvo durante años por las montañas de Europa y de otros continentes, durmiendo bajo árboles o en la nieve. En cierto modo, llevó a cabo una existencia muy heroica, sólo para librarse de tener que ir a un refugio o cargar con una mochila.


 Podríamos decir que esto era simbólico, ya que un joven así en la vida real no quiere estar agobiado por ningún tipo de carga; lo único que rechaza absolutamente es asumir esponsabilidad por algo o tener que cargar con el peso de una situación.


En general, la cualidad positiva de estos jóvenes es cierta espiritualidad que procede de un contacto relativamente directo con el inconsciente colectivo.


 Muchos tienen el encanto de la juventud y el efecto seductor de un trago de champán. Por lo común, es muy agradable conversar con los pueri aeterni; suelen tener interesantes temas de conversación, y producen un efecto estimulante sobre el oyente; no les gustan las situaciones convencionales; formulan preguntas y van directamente en pos de la verdad; generalmente buscan una religión genuina, búsqueda que es típica de quienes se acercan a los veinte años de edad. 

El encanto juvenil del puer suele prolongarse a las etapas posteriores de la vida.

Sin embargo, hay otro tipo de puer en el que no se aprecia el encanto de la eterna juventud y a través del cual no brilla el arquetipo de la juventud divina. Por el contrario, vive en un continuo aturdimiento soñoliento, lo cual también es una característica adolescente: el muchacho somnoliento, indisciplinado y patas largas que se limita a ir vagando por ahí, con su mente deambulando de un lado a otro, de modo que a veces una tiene ganas de echarle un cubo de agua fría por la cabeza.
 Pero el aturdimiento soñoliento es sólo un aspecto externo, y si conseguimos atravesarlo encontraremos una prolífica fantasía que guarda en su interior.
Hasta aquí he dado un breve resumen de las principales características de algunos jóvenes atrapados en el complejo materno y que se identifican con el arquetipo del puer..

...Un hombre con un complejo materno siempre tendrá que habérselas con su tendencia a volverse puer aeternus. ¿Qué solución hay?, se podría preguntar. ¿Si un hombre descubre que tiene un complejo materno, que es algo que le ha llegado –no algo que él mismo haya provocado-, qué puede hacer con ello? 


En Símbolos de Transformación, el doctor Jung habló de una solución –trabajar- y habiendo dicho esto, dudó un minuto y pensó "¿Es realmente tan simple? ¿Es la única cura? ¿Puedo expresarlo así?". Pero el trabajo es la única palabra desagradable que ningún puer aeternus quiere oír, y el doctor Jung llegó a la conclusión de que era la respuesta correcta. Mi experiencia también me indica que a través del trabajo es como un hombre puede liberarse de esta especie de neurosis juvenil.

Aquí hay, sin embargo, algunos malentendidos, ya que el puer aeternus puede trabajar, como pueden hacerlo todos los primitivos o la gente con un débil complejo egoico, cuando está fascinado o entusiasmado. Entonces puede trabajar veinticuatro horas seguidas o incluso más, hasta que caiga. Pero lo que no puede hacer es trabajar en una mañana triste o lluviosa cuando hay tareas aburridas y uno tiene que ponerse a la fuerza; esa es la única cosa que habitualmente el puer aeternus no aguanta y que intentará evitar con cualquier excusa. El análisis de un puer aeternus llega tarde o temprano a este problema. Sólo cuando el ego se ha fortalecido suficientemente puede superarse el problema y se da la posibilidad de empeñarse en el trabajo.


Naturalmente, aunque una conozca el objetivo, cada caso individual es distinto.

Personalmente he comprobado que no sirve de mucho ir predicando a la gente que deberían trabajar, porque acaban enfadándose y marchándose.

Por lo que he visto, el inconsciente generalmente intenta crear un compromiso: indicar la dirección en la que puede brotar el entusiasmo o en la que la energía psicológica fluirá con naturalidad,pues naturalmente es más fácil ponerse a trabajar en lo que a uno le atrae. No es tan duro como trabajar cuesta arriba en contra del propio flujo de energía.

Por tanto, suele ser aconsejable esperar un poco, ver hacia dónde va el flujo natural de interés y energía y entonces intentar que la persona trabaje ahí.
Pero en toda área laboral, siempre llega el momento en que toca afrontar la rutina. Todo trabajo, incluso el trabajo creativo, contiene cierta cantidad de rutina aburrida, que es donde el puer aeternus huye y llega de nuevo a la conclusión de que "¡no es esto!"

En tales momentos, si uno recibe apoyo del inconsciente, se producen sueños que muestran que debería perseverar y superar el obstáculo. Si tiene éxito, la batalla está ganada.

En una carta Jung dice del puer: "Creo que la actitud del puer aeternus es un mal inevitable. La identidad con el puer implica una puerilidad psicológica que más vale dejar de lado. Siempre lleva a golpes externos que muestran la necesidad de otra actitud. Pero la razón no consigue nada, pues el puer aeternus siempre es un agente del destino".

El Puer de Marie-Louise Von Franz

Extractado de: Espejos del yo

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