-Polly Young- Eisendrath y Florence Wiedemann
El poder personal podría definirse como la capacidad de establecer nuestros objetivos y de llevarlos a la práctica. El fortalecimiento, por tanto, está ligado a la autoestima y a la consolidación del ego.
En mi opinión, sin embargo, cuando la persona se identifica fundamentalmente con la imagen del cuerpo y los roles del ego, tiende a descuidar su alma. Por ello, creo que la clave de la sanación de nuestra mente y de nuestro corazón radica más en la fortaleza del alma que en la del ego y, en ese sentido, cuando la decadencia del cuerpo y la insatisfacción inherente a las metas egoicas se tornan evidentes, nos hallamos más próximos a la curación del alma.
La capacidad de llevar a cabo nuestros objetivos depende del libre ejercicio de nuestra voluntad. El fortalecimiento de una individualidad autónoma y libre pasa por la asunción de nuestra responsabilidad en el mundo y por el reconocimiento de nuestra capacidad para transformarnos a nosotros mismos e influir sobre los demás.
El poder personal puede experimentarse en las relaciones, en el cumplimiento de nuestras metas, en la creación artística, en el trabajo y en el juego. Pero, si bien la fortaleza personal constituye un sólido fundamento para el desarrollo de la plenitud, no siempre implica al alma.
He constatado que el crecimiento y la consolidación de la personalidad se acelera cuando la persona está dispuesta a enfrentarse al miedo y asumir la responsabilidad, no sólo de su conducta, sino también de sus pensamientos, de sus sentimientos y de sus percepciones.
Porque los pensamientos nos afectan más de lo que solemos creer y, para bien o para mal, toda idea tiene un efecto sobre nuestro psiquismo y sobre nuestro cuerpo.
Son muchas las enseñanzas espirituales, tanto orientales como occidentales, que afirman que nuestros pensamientos modelan nuestro mundo y a nosotros mismos.
El desarrollo de la conciencia de uno mismo y del autodominio constituye, por tanto, una tarea esencial para todo aquel que quiera afianzar su bienestar personal, social o espiritual.
La coherencia y la integridad son los cimientos sobre los que se asienta el poder personal, mientras que la contradicción interior, por su parte, disgrega al individuo.
Cuando la persona experimenta un conflicto, es decir, cuando lo que uno dice o hace no concuerda con lo que piensa o siente, se abre una fisura entre la experiencia interna y la expresión externa que genera una tensión que menoscaba la autoestima. Es muy probable que la persona que se sienta ansiosa o culpable por algna acción pasada negativa, real o imaginaria, reaccione defensivamente ante todo tipo de conflictos.
... El fortalecimiento personal sano, en consecuencia, no tiene tanto que ver con la voluntad o el autocontrol, como con la Conciencia, la aceptación y la integridad.
"Sombras de lo sagrado". Dra. Frances Vaughan
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