El CALLAR invoca la humildad indispensable para la
partida. No solo es dejar de hablar para escuchar a los que realmente
aprendieron algo importante en la vida, también callar ese parloteo incesante
de la mente inconsciente, que todo el tiempo está juzgando, midiendo,
comparando, recordando su dolor, sus heridas.
Al callar ese absurdo monólogo creas el vacío necesario
para que la mente se inunde de la verdadera sabiduría de la existencia. Cuando
esto se da toda la energía desperdiciada en el inútil movimiento de tantas
emociones estériles puede ser re direccionada hacia la conciencia, hacia la
contemplación y ese es el comienzo del verdadero SABER.
Solo cuando sabes
lo que tienes que saber tienes la motivación suficiente para QUERER, pues el
querer es la puerta del fuego y todas las pruebas que tendrían que venir
vendrán.
Ya solo te queda
ATREVERTE. O te atreves a desplegar tus propias alas y a elevarte por encima de
todo dolor y toda ilusión o te quedas quemándote en el fuego –hasta que te
atrevas- si es que antes no huiste a refugiarte en las aguas. Este camino está
probado y re probado por miles de hombres y mujeres que sintieron el llamado de
la rueda. Me sonrío de quienes me creen capaz de inventar algo como los cuatro
altares, mi imaginación no da para tanto.
Entre las personas que quieren aprender, muchas se
imaginan que son las plantas maestras las que le van a resolver los problemas.
Nada más equivocado. Ellas nos prestan la luz hasta que tu encuentres dónde está
tu propia fuente. Ellas nos muestran los obstáculos pero nosotros somos quienes
debemos removerlos.
Algunos se imaginan que el secreto está en cuantos
litros o kilos de medicina te puedes tomar en un mes. Ingenuo error. Muchos ya
se han dado cuenta que si no cumples la tarea que tienes pendiente lo poco que
puede hacer la medicina es recordarte lo que sigue pendiente y no te dará más
entendimiento hasta que la cumplas.
La medicina hace su parte pero tú tienes que aprender a
hacer la tuya. El punto central es aprender a reconocer los patrones mentales
que nos gobiernan y que implican muchos años de intenso (intensísimo) trabajo
distinguirlos y disolverlos.
El verdadero caminante, vuela con sus dos alas, el amor
y el dolor; la ceremonia y la vida.
Las ceremonias son una parte importante pero igual de
importante es saber que hacemos cuando ese maravilloso nivel de conciencia se
va perdiendo en el día a día y ya no nos acordamos ni del mínimo propósito.
Los patrones mentales los hemos creado durante años, así
que demorará igual tiempo el verlos morir de inanición. Esto no se puede lograr
–literalmente- de la noche a la mañana (en cualquier ceremonia).
Lo importante de la ceremonia es lograr la luz, el
entendimiento que nos permita reconocernos y reconocerlos y luego, durante los
días tratar de no caer en ellos, aunque sea reemplazarlos por otros menos
dañinos.
Aprender a ver como la mente nos lleva a vivir siempre
lo mismo: tener miedo, ansiedad, inseguridad, envidia, arrogancia, frustración,
resentimiento, apatía, resignación, tristeza.
Detrás de estas
emociones se esconden cientos de patrones mentales que son únicos para cada
persona. Por eso no puede haber una “fórmula general” pues cada uno debe
hacerse responsable de reconocerlos y desenchufarlos.
Algún día entenderemos que muchas de estas emociones son
respuestas condicionadas por experiencias anteriores, que debieron ser
digeridas y evacuadas y que están siendo absurdamente retenidas en el intestino
de nuestra mente. Por eso en la selva la gente no dice voy a “ceremonia”, dice:
“voy a purgar” o “voy a tomar la purga” y otro nombre para el curandero es “el
purguero”.
Pero una vez realizada la respectiva evacuación es
entera responsabilidad nuestra decidir que seguimos ingiriendo en todos los
niveles.
Despierta del sueño que alguien va a hacer algo por ti y
Atrévete a tomar el timón de tu vida, observa tu mente y aprende a reírte de
ella.
Gracias Alonso!!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario