Estamos transitando un tiempo de amplios espacios, de fronteras elongadas en infinitas informaciones.
No siempre nuestra conciencia despierta al compromiso de experimentar los contenidos que arrivan del exterior. Estamos poco acostumbrados a ésto.
Y así vivimos en el riesgo de volvernos expectadores de transmisiones verbales no sustentadas por una sentida vivencia de significados propios y únicos.
Poco se escribe o se transmite sobre la experiencia del encuentro entre almas compañeras.
Experiencia desapegada de toda emocionalidad, sin pensamientos condicionantes, sin planes , con encuentros y desencuentros, con desafíos que ponen a prueba más que en ningún otro caso.
A esto comunmente se le llama una verdadera amistad.
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